Yolanda Díaz reivindica las ‘cosas de comer’ que Podemos desdeña ahora

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La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, insistió esta semana en reivindicar como “política con mayúsculas” la que mejora la vida de la gente, lo que suele metaforizarse como ‘las cosas de comer’, después de que Podemos, que las abanderó en 2018, las tachara el pasado fin de semana de insuficientes y propias de una izquierda “domesticada” que no cuestiona al poder.

Díaz no mencionó a Podemos ni a su exlíder, Pablo Iglesias, en los dos actos que celebró su asociación Sumar, el martes en Pamplona y el miércoles en Logroño, pero en ambos no sólo resaltó que la plataforma “no es el complemento de nadie”, después de que los principales portavoces del partido lo presentaran como el que más ha conseguido en la izquierda, sino que también marcó distancias en el propio enfoque de su proyecto.

En Pamplona, la vicepresidenta dijo que Sumar “va de hacer feliz a la gente, de hablarle a la gente” y de prometer lo que se puede cumplir, “no para dar titulares” sino “para cambiar la vida de la gente”. En el coloquio posterior, se conjuró para “resolver los problemas de la ciudadanía, cada uno en sus competencias”, pues esto es, a su juicio, “la política con mayúsculas”.

En Logroño, un día después, reiteró que la política “va exclusivamente de cambiar la vida de la gente” y, tras insistir en que “Sumar no es el complemento de nadie”, apuntó que su plataforma “quiere cambiar desde debajo, de manera fraterna, la vida de la gente”.

Curiosamente, uno de los mensajes más repetidos el pasado fin de semana en la llamada ‘Uni de Otoño’ de Podemos reclamó justo no conformarse con esa mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Y no fue únicamente Iglesias quien lo lanzó, lo cual demuestra que se trata de un planteamiento preconcebido y estratégico que quiso exhibirse como tal en el foro programático de la formación.

Antes que el exlíder lo hizo la secretaria de Organización, Lilith Verstrynge, quien, en la mesa redonda en la que participó el sábado por la mañana, reivindicó que “tienes que poner en duda cosas que pasan en tu país” y “por eso damos peleas como la del Consejo General del Poder Judicial o los medios de comunicación”. Según dijo, Podemos podría “tener una vida tranquila hablando de las cosas del comer”, pero lo rechazó, preguntándose “por qué la izquierda tiene que elegir entre las cosas del comer y el poder”.

IGLESIAS Y SUMAR

Iglesias profundizó en ello en otra mesa redonda el sábado por la tarde, al interpretar que las élites económicas y mediáticas de España dejan espacio para la izquierda pero para “otra izquierda, no como Podemos”; una izquierda “que se ocupe de las cosas del comer, de los pobres, como una ONG”, pero “no que señale al poder mediático” ni al poder judicial y sus presuntas corrupciones.

“¡Queremos una izquierda como la de Santiago Carrillo, que esa izquierda ya la teníamos domesticada!”, exclamó el ex secretario general de Podemos pretendiendo que ponía voz a esas supuestas élites, y sentenciando que el objetivo de las oligarquías es “volver a tener una izquierda que no moleste”, no una con “voluntad de Estado” y “voluntad de poder” como Podemos. No explicitó cuál es ahora esa izquierda domesticada, pero sólo podían ser Sumar, Izquierda Unida, los Comunes o Más País, y estos últimos tres partidos están muy cerca de la vicepresidenta.

El domingo, en el acto de cierre y entre otras referencias veladas a Díaz, Iglesias reiteró su tesis de que “sólo un ingenuo podría pensar que el BOE sirve para ganar elecciones». Es decir, que desde su punto de vista las políticas que está llevando a cabo el Gobierno de coalición para proteger a la ciudadanía de las crisis derivadas de la pandemia de coronavirus y la guerra de Ucrania, y de las que Podemos hasta ahora venía presumiendo, no bastan para que se revalide en las urnas, sino que es necesario meterse en la «batalla ideológica».

También abundó en que “el objetivo fundamental de las oligarquías en este país es destruir a Podemos”, por “pelear con uñas y dientes para estar en el Gobierno” pero a la vez “fuera del consenso”, pese a que “lo principal que te imponen cuando entras en el Gobierno es que te tragues el consenso”. En este caso, aludía a su rechazo del “consenso militarista” en torno a la guerra de Ucrania. La vicepresidenta, a diferencia de Podemos, sí aceptó el envío de armas a ese país para garantizar su derecho a la legítima defensa.

Desde el equipo de Sumar apuntaron a Servimedia que ya sabían que Podemos iba a organizar un evento “en clave endogámica” y marcando posiciones diferenciadas, para “marcar territorio” y reforzarse de cara a las elecciones de mayo, donde el partido necesita sacar un buen resultado para no negociar en inferioridad de condiciones la coalición que pretende con la plataforma de Díaz de cara a las generales. Sólo que, observaron, esa diferenciación va en sentido contrario a la confluencia con fuerzas afines que reclaman sus federaciones territoriales para no desaparecer en mayo.

En cualquier caso, a dicho empeño atribuyeron que fuera Iglesias quien cerrara el acto de clausura, porque, aun sin ostentar en la actualidad ningún cargo orgánico ni institucional, sigue siendo el que más predicamento y capacidad de arrastre tiene sobre los simpatizantes de Podemos, y por tanto quien más puede evitar que, como él mismo alertó, la cita de mayo sea “una magnífica oportunidad para que Podemos tenga un mal resultado» y que eso deje «todo el campo de la izquierda abierto para una nueva izquierda”.

ANTIGUO ESTRIBILLO DE PODEMOS

Lo curioso es que Podemos no siempre desdeñó por insuficiente limitarse a promover o desarrollar políticas que mejoren la vida de la gente, como hicieron Iglesias y Verstrynge en la Uni de Otoño del pasado fin de semana. Al contrario, en 2018, la apelación a “las cosas de comer” fue un verdadero estribillo en boca de los portavoces del partido, de una forma muy similar a como Díaz invoca ahora a mejorar la vida de la gente.

Entre otros muchos ejemplos, en un Consejo Ciudadano del partido en marzo, Iglesias anunció “una primavera de movilizaciones en la que está apareciendo la nueva España, la que defiende que lo importante son las cosas de comer”. Y el 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, su entonces secretario de Organización y hoy portavoz parlamentario, Pablo Echenique, distinguió que «la patria no es un rey desfilando en un Rolls-Royce», sino «las cosas de comer de la gente».

Al mes siguiente, ya en la campaña de las elecciones andaluzas, frente al intento del PP y Vox de rentabilizar la situación en Cataluña, el entonces líder del partido lo que dio continuamente en llamar el “patriotismo de las cosas de comer”. Y, cuando Podemos pidió en vano a ERC que apoyara los Presupuestos Generales del Estado de 2019, lo hizo exhortándole a que “no hay que hacer tacticismo político con las cosas de comer”.

Sin embargo, hasta en este punto divergen ahora los planteamientos de Díaz y Podemos, cuyo distanciamiento eclosionó en las palabras de Iglesias pidiendo «respeto» a su sucesora, tácitamente el domingo en la Uni de otoño y directamente el lunes por la noche desde la Cadena Ser.

Con opiniones para todos los gustos entre los testigos teóricamente neutrales. Enrique Santiago, dirigente y portavoz parlamentario de IU, se situó del lado de la vicepresidenta al remarcar el martes que “cada uno queda clarísimamente retratado en las cosas que dice” y que no cree que la militancia de Podemos quiera marcar distancias con Yolanda Díaz.

Por el contrario, un antiguo diputado de Unidas Podemos y asesor de Iglesias, a quien le recomendó hace tiempo dejar libertad a la vicepresidenta en el liderazgo del espacio confederal que le había legado, se mostró esta vez comprensivo con el exlíder de Podemos: «Hoy es un poco diferente. Las gentes de Podemos piensan que Yolanda quiere prescindir de ellos», comentó a Servimedia con cierta pesadumbre.

(SERVIMEDIA)

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