Un joven con sordera reclama al ministro Illa homologar unas mascarillas transparentes que permitan leer los labios

Mi médico, mis compañeros de trabajo, los cajeros de mi supermercado… y lo que es más duro: mi familia y mis amigos. Hace tiempo que no puedo entender lo que dicen

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Imagen de Marcos Lechet, el joven con sordera que lanzó la campaña sobre las mascarillas transparentes en 'Change.org'. | Foto: Twitter

Un joven con discapacidad auditiva total ha solicitado una reunión al ministro de Sanidad, Salvador Illa, para discutir la homologación de unas mascarillas con una ventana transparente que permite leer los labios a las personas sordas y facilita comunicarse mejor durante la crisis sanitaria de la pandemia de Covid-19.

Marcos Lechet es un joven que acabó perdiendo el 100% de la capacidad auditiva a los cinco años como consecuencia de los efectos secundarios de un medicamento ototóxico. Según explica a Servimedia, ha pedido al ministro Illa una reunión para hablar sobre las necesidades de las personas con discapacidad auditiva y para que acelere el proceso de homologación de las también llamadas mascarillas comunicativas.

Este fin de semana, Illa le ha respondido a través de las redes sociales para agradecerle que le haya trasladado su inquietud y la de otras personas con hipoacusia. Ademas, le asegura que ya han iniciado una revisión del mercado «para comprobar qué tipo de mascarillas podrían cubrir esta necesidad» y se compromete a permanecer en contacto para darle una respuesta «lo más pronto posible».

Estas palabras llegan después de que Lechet publicase en la plataforma ‘Change.org’ hace tres semanas su propuesta dirigida a Sanidad. En su petición, que cuenta con más de 56.700 firmas de las 75.000 que solicita, Lechet confiesa que “es duro” no poder comunicarse con otras personas porque, hasta ahora, “leía sus labios”, pero con la pandemia de repente se ha encontrado con que todo el mundo los lleva cubiertos por una mascarilla.

“Mi médico, mis compañeros de trabajo, los cajeros de mi supermercado… y lo que es más duro: mi familia y mis amigos. Hace tiempo que no puedo entender lo que dicen”, expone a Servimedia.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay al menos un millón y medio de personas con discapacidad auditiva a las que el uso generalizado de la mascarilla opaca les supone un aislamiento. Por un lado, Lechet explica que impide leer los labios y, por otro lado, distorsiona el sonido y eso dificulta todavía más la compresión a quienes no han perdido la audición al 100% pero sí tienen una discapacidad auditiva.

Si se homologasen las mascarillas transparentes, asegura, “nadie tendría la excusa de que no son útiles y que se pueden contagiar a sí mismos o a otros al usarlas. Todos tendríamos la seguridad de que cumplen su función”, y recuerda que las tiendas de ropa, de deporte e incluso farmacias a veces están llenas de mascarillas que tampoco tienen la homologación. “El hecho de la poca empatía que se tiene hacia nuestro colectivo agrava la situación”, confiesa.

Productos como las mascarillas transparentes son, a su juicio, necesarias para toda persona hipoacúsica o con sordera, lleven o no dispositivos como audífonos o implantes cocleares, utilicen o no la lengua de signos o bien usen la comunicación de tipo oral o bimodal. Lechet señala que su principal ventaja es que permiten y facilitan la vida y la comunicación con otros, y evitan, en definitiva, “que el aislamiento social que muchas veces ya se sufre, se agrave, con las consecuencias que esto tiene de tipo psicológico, por ejemplo”.

Las mascarillas comunicativas que solicita homologar al ministro Illa son básicamente aquellas que permiten ver la boca y las facciones de quien las utiliza. En general, como explica Lechet, suelen tener una parte de tela y otra parte transparente que facilita la lectura labial.

El posible inconveniente que pueden tener es que la parte transparente se llene de vaho, pero asegura que “se ha podido solventar con truquillos” como, por ejemplo, “frotar por la cara interna de esta parte transparente con jabón seco” o incluso utilizar “el producto que se venden en las ópticas para que las gafas no se empañen”.

El joven reconoce en su petición de ‘Change.org’ que comprende que en la pasada oleada del coronavirus de marzo no se contara con la homologación de las mascarillas transparentes, pero insiste en que “esa excusa ya no nos vale”.

En este sentido, según declaró a Servimedia, espera que desde el Ministerio de Sanidad estén de acuerdo con las necesidades del colectivo y que, “en la mayor brevedad posible”, se pongan a trabajar “para evitar estas trabas que se unen a las que de por sí ya nos pone la sociedad”. Lechet habla en nombre de personas que se encuentran en su misma situación cuando pide a las autoridades competentes que se les tenga en cuenta.

“Ahora mismo los precios son abusivos”, reconoce, y respecto a esto añade que se hace necesaria una regularización en su comercialización para que sean asequibles para las familias, así como para para el profesorado, compañeros y personal de los centros educativos, entre otros. En su opinión, todavía no se han homologado estas mascarillas por la falta de demanda, “porque no son un target apetecible para la mayoría de las empresas que las producen, que prefieren vender al gran público”.

Cuando se le pregunta por las reacciones a su petición en las redes sociales, confiesa estar “muy feliz” por los cientos de comentarios que está recibiendo de personas de todas las edades y profesiones, en los que le aseguran que se pondrían las mascarillas transparentes. “Otros se disculpan por no haberse percatado de esta necesidad” y comenta que su campaña ha ayudado a generar visibilidad, conciencia y empatía. “Siempre supe que la gente está dispuesta a ayudar y les doy las gracias de corazón”.

(SERVIMEDIA)

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