Por: Roberto González Short
SANTIAGO CHILE.- Recientemente, el académico e investigador de la Universidad Tecnológica Metropolitana y Director Internacional de Cultura de Prensamérica Internacional, Dr. Zenobio Saldivia Maldonado, fue invitado para participar en un evento internacional organizado por la Universidad ITEP, de Colima, México, el Presidente de la Asoc. Civil Valentín Gómez Farías, Armando Herrera Rodríguez, el Fundador y Director de la Cadena Periodística Roberto González Short, y el Director de Prensamérica Internacional para México, Roberto Godínez Soto, entre otros. En este contexto, el Dr. Saldivia, abrió el set de conferencias, con el tema: “¿Es posible decirle Adiós a la Época Contemporánea?”. La misma fue virtual y tuvo una elogiosa crítica y comentarios relevantes, tanto de los colegas mexicanos, como de otras nacionalidades invitados al evento, y por supuesto de los propios estudiantes de la ITEP, de Colima.
Algunos antecedentes
El profesor Saldivia fundamentó sobre la conveniencia de cerrar el hito de periodificación histórica, denominado “Época Contemporánea”, pues ya está totalmente sobrepasado por su inadecuada, confusa y ambigua utilización en la prosa académica, en la historiografía tradicional y en los medios de comunicación mundial. Y especialmente por los problemas y dificultades metodológicas y otras de carácter filosófico y/ o epistemológicas, que dejó de manifiesto el investigador. Actualmente, tanto los historiadores como los comunicadores y los intelectuales en general -considerando desde el aparecimiento de la escritura-, utilizan los cuatro grandes hitos que se han tipificado como: Edad Antigua, Época Medieval, Época Moderna y Edad Contemporánea o Época Contemporánea. Así la Edad Antigua, corresponde al hito cronológico que va desde el 4to milenio a.n.e. hasta la Caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476. La Edad Media, a su vez incluye los avatares desde el año 476 hasta la Caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. La Edad Moderna a su vez alude a los sucesos detectados desde 1453 hasta 1789. Y la Época Contemporánea entonces incluye los sucesos desde la Revolución Francesa hasta nuestros días. Con estos ejes nos las hemos arreglado para mirar nuestro pasado, para apreciar nuestro derrotero y para comprendernos como ser social y como ente pensante.
La Época Contemporánea: Los problemas de esta designación
No hay una certeza acerca de quien denominó a este hito en que estamos; pero independientemente de esto, lo relevante que destacó el Dr. Saldivia es que este hito en el que estamos y que parte con la Revolución Francesa, ya presenta numerosos problemas que apuntan a universos cognitivos, metodológicos, epistemológicos, filosóficos, y a su uso exacerbado y confuso. Así por ejemplo, acotó que:
No tiene Corte
Al igual que todas las otras denominaciones de periodificación, ésta pretende abrir y cerrar cronológicamente un plexo histórico; ya sabemos que su inicio formal es 1789, en un período de cambio de mentalidad política y de maduración social que se expande por todo el orbe. Ok, hasta aquí todo estaría bien, pero si nos ponemos analíticos comienzan los problemas. En efecto, este período cuenta con un inicio pero como está abierta y no tiene cierre, no logra identificar y expresar adecuadamente el sentido último de esta lonja cronológica, el énfasis cognitivo, cultural y espiritual del período, como lo hacen todas las otras, pues justamente por la identificación de ese egregor que atraviesa un determinado período, los historiadores le han dado los rótulos que conocemos, a los otros períodos. Así entonces, aún no podemos englobar o uniformar un marco cultural y axiológico específico para esta era, pues no puede cerrar lo que aún está inacabado. Es como si fuéramos juez y parte. No se han encontrado los fundamentos filosóficos, sociales, políticos, culturales y/o espirituales de esta etapa, y, los enfoques de los historiadores que pretenden haberlo encontrado son tantos, que nos perdemos en la enorme diversidad y quedamos inmersos en una hiperglobalización donde los sucesos de esta era, son tantos y tan impactantes que rápidamente cambian la política, la costumbres, la mentalidad y los propios artificios que hemos creado.
No se ha alcanzado un acuerdo intersubjetivo entre historiadores, filósofos, cientistas sociales y comunicadores, incluso se observa un uso poco claro entre Tiempos Modernos y Época Contemporánea, pues para algunos historiadores los sucesos de nuestra era, quedan subsumidos bajo el epígrafe de “Tiempos Modernos”. Y otros autores si incluyen estos sucesos de nuestra contemporaneidad en la denominación “Época Contemporánea”. Los ejemplos a este respecto son casi inconmensurables, pero nuestro conferenciante destacó como ilustración: el caso del historiador Paul Johnson, que publicó su texto: Tiempos Modernos: La Historia del siglo XX desde 1917 hasta la década de los 80. Entonces, ¿cómo debemos interpretar este epígrafe? Si los contenidos interpretados corresponden a lo que los otros historiadores denominan “Época Contemporánea”? Otros, a su vez hablan de Posmodernidad para incluir los sucesos de esta época, por ejemplo Frederic Jameson, que estudia la lógica cultural del capitalismo; Morales Moya, que estudia la narración histórica en autores como Paul Ricoer, o Agapito Maestre, en su texto: Modernidad Historia y Política; entre otros estudiosos y comunicadores. Y siguió Saldivia destacando que lo propio sucede en el discurso cotidiano, donde la confusión es peor aún; así, para aludir a los elementos cognoscitivos o culturales propios de la época contemporánea; se utilizan indistintamente, con cierta frecuencia, tanto la voz compuesta “tiempos modernos” como la categoría denominada “época contemporánea”. Este fenómeno socio-cultural parece estar vinculado a su vez, con una práctica muy extendida de falacias de vaguedad y ambigüedad en el uso del concepto
Ahora bien, ¿si ya los historiadores tipificaron a la edad Moderna desde mediados del siglo XV como vimos, se conciben como modernos? ¿entonces por qué nosotros también nos autocalificamos así, más de siete siglos después?; o bien, ¿si ya los sabios de la Revolución Científica de los Siglos XVI y XVII cómo Galileo, Descartes, Newton, Leibniz, y tantos otros se percibían a sí mismos como modernos?,¿porque nosotros que estamos en tercer milenio también? ¿Acaso no somos contemporáneos? Así, ¿Por qué existe tanta confusión y ambigüedad en el uso de esta categoría? En fin….
No podemos dilucidar detenidamente todos los problemas propios de esta denominación, que abordó el académico, pero el que más impactó a la audiencia fue:
El silencio de los filósofos, frente a este rótulo
Saldivia enfatizó que cuando comenzó a utilizarse esta denominación, independientemente de si fue a fines del Siglo XIX o comienzos del XX, no se percibieron observaciones, análisis o interpretaciones provenientes desde la filosofía. Esto llama mucho la atención. En efecto, los que hemos estudiado filosofía -destacó- estudiamos bajo el rótulo de filosofía antigua, a filósofos griegos, Sócrates, Platón, Aristóteles, o a romanos como Cicerón, y en cuanto a la filosofía medieval, leíamos a San Agustín, Sto. Tomás, por ejemplo, y bajo el rótulo de filosofía moderna, estudiamos a Descartes, Leibniz, entre otros. Y las cátedras de filosofía contemporánea analizamos los textos de Ortega y Gasset, de Nietzsche, o de Heidegger. Pero lo extraño es que, por un lado, desde la filosofía se partía considerando estos hitos sin cuestionar la periodificación, con un silencio absoluto. Esto pudiera ser comprensible porque las otras tres etapas están ya cerradas, y lo medular es el contenido filosófico y axiológico para la filosofía. Ok, pero no se observaban -ni aún ahora- cuestionamientos por el nombre de la última tipificación, compuesta “época contemporánea”.
Y no podemos olvidar que lo esencial de la filosofía es la metafísica y el análisis de los conceptos, entonces ¿por qué no se cuestiona la voz compuesta “época contemporánea” en tanto hito de división histórica?, toda vez que desde nuestra perspectiva por ejemplo, la contemporaneidad, es una noción eidética que implica una realidad cronológica de coetaneidad con nuestros congéneres humanos, que nos permite incluirnos participando en conjunto de un tiempo y de sucesos en los que tenemos o podemos tener un cierto nivel de afección para nuestras vidas. Así entonces, tenemos claro que todas las épocas tienen su propia contemporaneidad, con actores y agentes sociales que coparticipan de la vida social, política, cultural o espiritual; así entonces son tan contemporáneos como nosotros todos los que han vivido coparticipando de un tempus y de los avatares allí acaecidos. Por ello, son tan contemporáneos hoy Joe Biden, con Vladimir Putin, como lo fueron los romanos Julio César (101-44 a.n.e.) con Marco Antonio, (83-31 a.n.e.), o ambos con Cleopatra (69 a.n.e -30 a.n.e) entonces ¿porque sólo a esta lonja de tiempo que habría partido en 1789?, se le ha aceptado que se denomine “contemporánea”, ¿por qué los filósofos no la rechazaron, si su tarea esencial es la metafísica y el análisis de los conceptos? ¿Y por qué aceptaron que se utilizara en historiografía esta denominación, a sabiendas que en algún momento tendría que cerrarse y abandonarla para empezar otra. Pero ¿cómo encontrar otra después de un hito que afirma que estamos en la contemporaneidad? Pues cualquier otro rótulo nuevo para seguir dando cuenta de la marcha histórica, será tan contemporáneo consigo mismo como todos los demás? Además el exergo “época contemporánea” nos quedaría como un hito del pasado, pero no puede ser pasado si es contemporáneo, entonces tendríamos que cambiar el rótulo y empezar a explicar que todos los libros y sucesos sobre este hito histórico, corresponden a este nuevo que encontremos; sería un trabajo esquizofrénico, señaló Saldivia.
En fin… Cómo autor de esta nota, sólo deseo destacar que el escritor Zenobio Saldivia, desde hace años viene estudiando este tema; así por ejemplo en el 2014 publicó su texto Adiós a la Época Contemporánea, (Ed. Bravo y Allende, Santiago, Chile y U. Continental de Cs. e Ingenierías, Huanacayo, Perú) y ha dado diversas conferencias al respecto, por ejemplo en el año 2019, en la Universidad Federico Villarreal, en Lima, Perú, y entrevistas para Prensamérica Internacional, entre otras.