Nieto, 24 años versus abuelo, 90
7,30 de la tarde. El campo visual acaba de llenarse. Público, fans, familiar. Algún intruso.
Frente a frente los contendientes, solo una mesa redonda los separa. Comienza la concentración. Salen las blancas. Y también salen los del público, alguno se queda. No aguantan. Despeja el camino al álfil blanco con miras a la torre. Avance de un peón por parte del joven. Despejo del otro álfil con las mismas miras. El joven, astutamente, arrincona a su rey por enroque. Una del público dice que es cobardía. ¿ Cobardía? No. Estrategia. Sospecha el abuelo. Pero no sabe hasta dónde llegará la artimaña. No tiene mucha experiencia. Cinco años sin jugar. Dio jaque mate a su nieta, empatando después de cinco años. A su hija, con trabajito, también jaque mate. Dice ella que el abuelo la enseñó, como al joven nieto, a mover las piezas. ¡ En qué hora! Mira ahora: cria cuervos…”.
Y el muy listo se ha comprado un libro sobre ajedrez. Míralo ¿ es que va a competir con Gasparó? Que no sé si vive aún. ¿ Quién me manda meterme en estos líos que no sé ni las reglas del ajedrez? Yo muevo y muevo…Un simple enroque me pregunto cómo diablos se hace. Pero sigo dando guerra al nieto. Je, je…se le ve muy, demasiado, concentrado.
Alto, guapo y de barbita recortada, con leve sonrisa que le quedó de adolescente, atrae las miradas. Pero no se distrae; parece que el abuelo le está dando “ jaqueca”, no jaque. Pellejillo el abuelo, arrugaito como un garbanzo sin cocer, algún rastro de su belleza juvenil, medio sonriente, desconcentrado más que concentrado, mira, de vez en cuando, a ver qué cara se le pone al nieto y adivinar si va bien o no las maniobras, casi al azar, de sus piezas.
Parece que algunas de las maniobras son tan sorprendentes, propias del novato, que el joven se desconcierta algo y parece dudar qué responder. Pero avanza ya como un panzer alemán. Ha visto el lado débil del viejo contrincante y va a por él sin misericordia. Es que acordaron no dejarse ganar, por compasión, o amor familiar;como hacía el vejete cuando les enseñó a jugar.
¡ Dios santo! El jovencillo le ha comido una torre a su viejo…Y ahora amenaza nada menos que al rey. Llevan 15 minutos de guerra sin cuartel. No hay piedad. A la yugular. Un sustillo del ajedrecista anciano. Pero e ha comido, je,je, al nieto un álfil, luego un caballo…¡ Sooo, caballo!
Ya está aquí el primer jaque; un jaque de infarto. Pero la astucia senectil es grande e instintiva. Sale del encierro malvado. A otra cosa, mariposa, jovencito. ¿ Con quién te crees que estás jugando? Vejete pero no tontete,je,je…¡Anda!, ¡otro jaque!,¿si apenas ha habido otro? ¡Ay,ay…! Me piernas las tiemblas…Como a Rambo. ¿ Quién me manda a mí meterme en camisa de once varas? Bueno, pues antes de que me dé el jaque mate, como al toro la estocada y la puntilla, voy a decir qué es lo que me manda a mí meterme en esta batalla ajedrecista.
Pues veréis: Al nieto no había quien lo trajera y meterlo en casa con la frecuencia que la abuela quisiera. Mucho estudio, su vida en pareja,etc.etc. Nada de completo olvido y menos de falta de cariño. Un carácter algo introvertido,era, según su madre, el fantasma de la casa en su adolescencia.Pero solo era la personalidad que se estaba fraguando en él y que ahora lo vemos con agradable sorpresa. La abuela lamentaba, se quejaba de la ausencia y aparente olvido de su querido nietecillo. Bueno, en Navidad y alguna que otra vez…. No se lo explicaba. No quería, ni debía obligarlo. A amar no se obliga. Ella lo sabía y nunca lo intentó. Se me ocurrió,al enterarme por la madre del joven nieto, que le encantaba el ajedrez. Y, sin ninguna intención, de momento, le envié un reto: que se llegara a nuestra casa y ver si era capaz de enfrentarse con su abuelo. En momento en que se vieron, le dijo el joven ajedrecista que él jugaba muchísimo y casi siempre ganaba. El abuelo se dijo¿ pero a dónde vas tú, analfabeto ajedrecista? ¿ Dónde te vas a meter? ¿ Qué pretendes? En un principio, solo quería jugar y ver hasta do´nde era capaz de llegar en la partida. Luego, empezó a rumiar y, viendo que le encataba al nieto la partida y vendría, pensó: Hombre, ¡qué coincidenca! Va a venir! ¿ No será providencia?
Dicen que Dios actúa silenciosamente en nuestras vidas. Que no nos damos cuenta de que está presente hasta que lo vemos luego, pasado el tiempo. ¡Silenciosa, prodigiosa Providencia; no obstante, constante, eficaz e infalible! Invitaron los abuelos en su honor.Entonces sí, me dije, esta es una buena y gran ocasión de encuentro. El amor no se obliga, pero, ¡ay! se le atrae con algún pequeño anzuelo cebado también de amor, de cariño, de bondad. Nada de reproches, con respeto, delicadeza y pura bondad.
¡ Y dio resultado!¡ Claro que sí!. El joven nieto, después de la paliza a su abuelo, ( se vengó de aquella vez que él le dio un tortacito en el culo por travieso y le pareció un insulto al decirle:¡ viejo!” ) se fue con el resto de la familia. Tomaron sus bebidas, tapearon, rieron, sacaron fotos de todos y especialmente, de la abuela con su nieto, muy abrazados y con el abuelo. El abuelo le dijo: ¿ Quién es esa? El: mi abuela. ¿La quieres? El: Mucho. Y el abrazo y el beso fue la renovación de lo que parecía olvidado. Y habrá revancha y visitas y amor…
Y respeto. No todos tenemos el mismo carácter y hay que respetarlo y saber cómo tratarlo, pero es cierto, como dice también la abuela, las personas reaccionan según como tú las trate. Por eso la quieren tanto la gente que la trata. Pero con su nieto no encontraba la manera de tratarlo porque no venía con frecuencia, como ella quería. Y, ahora, en esta ocasión, medio buscada, la ha encontrado y se ha convencido de que su nieto ni la olvidó ni había dejado de quererla.
Y le dijo el abuelo: Ahora nos veremos más por el ajedrez y cuando puedas. Se puso muy contento. El nieto sabía que su abuela se quejaba de él. Pero ya cambió todo. Es algo introvertido, como buen pensador,por eso el ajedrez le encanta, pero cuando tiene ocasión, es alegre, gracioso y amistoso. Lo demostró en esa reunión. Quedaron en la revancha que les engancha mucho, a los dos. Pero le costó mucho ganar a su abuelo. Más moscas se cazan con una gota de miel que con un barril de vinagre. La abuela aprendió la lección. Es impulsiva pero reacciona muy bien cuando la tratan con cariño.
Y le dio jaque mate al abuelo. Pero el abuelo dio jaque mate a la supuesta indiferencia y desamor del nieto y a la desconfianza de la abuela con su querido, inolvidable, mimado por ella, nieto, que no ya nietecillo.
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