Rafael B., el niño pintor de Málaga que apareció para reflejar a Picasso

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Cuando un padre habla de su hijo en términos como «mi hijo es un artista», sugiere al oyente una pasión comprensible sobre su vástago; o incluso en ocasiones, un tono jocoso en función del contexto. Pero cuando la literalidad se plasma en imágenes que impresionan, esa frase toma el sentido más estricto de la palabra.

Rafael B. es un joven marbellí de diez años que expone obras de arte. Eso ya impresiona. Que cuando ves sus cuadros te asombras por la calidad y la imaginación que le ha inspirado.

Pero si además, homenajea, refleja y sugiere al genio malagueño Picasso, el rizo ya se acaba de rizar. Y eso ha conseguido este pequeño alevín costasoleño con una exposición que ha causado estragos en Marbella, en Es Arte Gallery (Centro Plaza de Nueva Andalucía), sorprendiendo al espectador, sacando sonrisas y logrando la venta de casi todos sus cuadros a amantes del arte y coleccionistas.

Rafael B. ha sido además valiente de no dejar de ser un niño para establecerse en otras etapas que no le corresponden, a pesar de su habilidad y destreza; y ha incluido en sus obras figuras como la Rana Gustavo o la cerdita Peggy junto a los trazos más cubistas que recuerdan al genio de la Plaza de la Merced. La misma pasión que Pablo Ruiz Picasso mostró, por ejemplo, por la tauromaquia, también la tuvo con los niños, por cómo dejaban volar la imaginación. Picasso no lo mostró mucho en sus cuadros, pero Rafael B. sí tiene ese sello propio.

La genialidad, tenga la edad que tenga

Dice la crítica Patricia Bueno a la hora de describir la obra de Rafael que «la genialidad, tenga la edad que tenga, busca el camino correcto revisando hitos de la historia del arte. Es precisamente en esa línea, en la que empieza a moverse profesionalmente el joven artista Rafael B., que con solo 10 años presenta una serie de lienzos de mediano de gran formato en los que versiona, desde su particular lenguaje, fragmentos de obras emblemáticas como Guernica o la versión de Las Meninas que hiciera el inolvidable artista malagueño».

Sin embargo, continúa Patricia Bueno «es su inmensa juventud – con las innumerables oportunidades que la vida le depara a este artista- lo que alcanza mayor cota de expectativas pues, si Picasso tuvo la oportunidad de estudiar la obra de Velázquez y El Greco a los diecisiete y mantener su referencia en pinturas y dibujos a lo largo de toda su trayectoria; asumir y versionar su obra con gran dominio a los diez, no puede ser catalogado de otra manera que como el preludio maravilloso de un futuro prometedor.

Una inmensa alegría en los contextos actuales de juventud haber encontrado el interés y la inquietud de este joven costasoleño, Rafael B., que desprende ganas de seguir aprendiendo y disfrutando del mundo del arte.

Un mundo que encuentra en Málaga a ese niño pintor que nunca se quiso perder y que fue pionero; y que nos recuerda, de otra forma más original, al eterno Picasso, precisamente en el 50 aniversario de su fallecimiento. Un homenaje, de lo más natural, en toda regla.

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