- Mantiene la alusión a reducción gradual del carbón acordada el año pasado en Glasgow
- Opta por “eliminar gradualmente y racionalizar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”
- Reconoce la “urgencia” de abordar pérdidas y daños para países vulnerables, pero no propone un fondo de financiación
La Presidencia de la Cumbre del Clima de Sharm el Sheij (Egipto), reunión conocida como COP27, dio a conocer este jueves el primer borrador de la decisión final de esa conferencia auspiciada por Naciones Unidas, en la que omite que se reduzca gradualmente el uso de todos los combustibles fósiles.
Se trata de un documento no oficial sobre el que los delegados de cerca de 200 países continuarán negociando hasta acordar el texto político definitivo.
El borrador, al que tuvo acceso Servimedia, abarca 20 páginas, una longitud no habitual, y se comparte en el penúltimo día oficial de una Cumbre del Clima, cuando en anteriores conferencias climáticas se daba a conocer antes.
El texto mantiene lo acordado el año pasado en la COP26 Glasgow (Reino Unido) en el sentido de que anima a “acelerar las medidas para la eliminación gradual de la energía del carbón”, con lo que deja fuera el petróleo y el gas.
Además, propone, como en Glasgow, “eliminar gradualmente y racionalizar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”, aunque en este caso “de acuerdo con las circunstancias nacionales y reconociendo la necesidad de apoyo hacia transiciones justas”.
No obstante, se trata de un avance respecto al esbozo de líneas generales de decisión final difundido este martes por la Presidencia de la COP27, en el que no había ninguna alusión a los combustibles fósiles.
PÉRDIDAS Y DAÑOS
Por otro lado, el capítulo de pérdidas y daños (es decir, que los países ricos, causantes de la crisis climática por emitir más gases de efecto invernadero, compensen a los más vulnerables a los impactos climáticos) se aborda en Sharm el Sheij por primera vez en una cumbre climática, algo que el borrador acoge “con beneplácito”.
El borrador dedica varios elementos a ese apartado, y reconoce “la creciente urgencia de abordar las pérdidas y los daños, ya que aumentarán con cada fracción de grado en el aumento de la temperatura global”.
Además, señala los impactos climáticos causan “pérdidas económicas y no económicas devastadoras, incluso a través de su impacto en el patrimonio cultural, la movilidad humana y el desplazamiento forzado y la vida y los medios de subsistencia de las comunidades locales”.
El borrador muestra una “profunda preocupación por los costes financieros significativos asociados con pérdidas y daños para los países en desarrollo” y expresa su “alarma” por “la insuficiencia de los recursos financieros proporcionados o disponibles”.
Por ello, urge a “aumentar la acción y el apoyo” a los países vulnerables con financiación, transferencia de tecnología y creación de capacidad, y acoge “con beneplácito” que en la COP27 se haya acordado poner en marcha la Red de Santiago, lanzada en la Cumbre del Clima de Madrid en 2019, para ofrecer asistencia técnica a las naciones en desarrollo.
Pero no menciona que se ponga en marcha un fondo o mecanismo financiero, ya sea ‘ad hoc’ o a través de alguna facilidad financiera existente, como el Fondo de Adaptación o el Fondo Verde para el Clima.
Otro aspecto destacado en el borrador es que destaca la importancia de “realizar todos los esfuerzos a todos los niveles para lograr el objetivo de temperatura del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de 2 °C por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales”.
COMPROMISOS NACIONALES
Por otra parte, el borrador indica que 166 países, que aglutinan el 91% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, presentaron desde enero de 2020 nuevos compromisos climáticos nacionales.
No obstante, recalca que existe una brecha entre las emisiones comprometidas y las que se deberían reducir, puesto que la bajada debería ser de entre un 30% y un 45% más hasta 2030 para limitar el calentamiento global a entre 1,5 y 2 grados respecto a la era preindustrial.
Por ello, insta a “una acción acelerada en esta década crucial, sobre la base del mejor conocimiento científico disponible y la equidad, reflejando responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales y en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza”.
(SERVIMEDIA)
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