LOS PÉTALOS Y LAS ESPINAS DEL INTRUSISMO

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Por grueso que nos suene el término intrusismo, no debe ser algo negativo de suyo. Es una flor de pétalos suaves cuando quien se entromete en una profesión para la cual no tiene la titulación oficial adecuada, realiza su trabajo gracias a un talento innato incluso mejor que algunos que cuelgan con orgullo el diploma en el salón comedor de su casa. También existen casos catalogados de intrusismo que no lo son en absoluto, hablo de aquellos profesionales que realizan su labor utilizando la misma materia física o intelectual en parte o en su totalidad, que aquellos cuyo trabajo depende exclusivamente de esta. Un humorista que interpreta monólogos sobre política o deporte, no es un periodista político o deportivo. Igualmente, a la inversa un periodista que se permite bromear en su programa en determinado momento no es un intruso del humor.

Mario Vaquerizo presentará un nuevo programa de historia en una recién inaugurada plataforma de podcast, Audible, perteneciente a la multinacional Amazon. El revuelo no ha tardado en llegar a las redes sociales. Un ejército de tuiteros indignados por la noticia ha inundado la red del pajarito con todo tipo de opiniones con mayor o menor virulencia, socarronería e indignación. Sus motivos tendrán, pero hay matices que debemos considerar. Se acusa al señor Vaquerizo de intrusismo profesional dado que según dicen ese tipo de contenidos los deben presentar, coordinar y dirigir expertos en la materia.

No tengo el gusto de conocer a Mario y si así ocurriera, no tendría problema en hacerlo pero esto sería fruto de la más absoluta casualidad dado que no tengo el más mínimo interés en ello. Razón la cual no es suficiente para ensañarme con un señor que va a ir a un programa con el fin de trabajar probablemente sobre lo único que sabe hacer con soltura, el payaso; profesión artística más que digna dicho sea de paso.

El intrusismo es evidentemente peligroso siempre y cuando se haga en disciplinas que precisan de ciertos conocimientos científicos imprescindibles para garantizar la seguridad, el bienestar y el respeto a los derechos de las personas y de los colectivos. Ejemplos claros de intrusismo y de delito, sería un quiromasajista que se hiciera pasar por fisioterapeuta, un naturalista o un homeópata por médico, aquí las más duras espinas de la flor.

Recuerdo cuando el escritor y presentador Christian Gálvez tuvo según los puristas del Comité Español de la Historia del Arte, (CEHA), la osadía de ejercer como comisario en la exposición “Los Rostros del Genio”. Gálvez es un señor con un nivel cultural que muchos académicos pedantes quisieran para si. No obstante él, tan siquiera ejerció por entonces de experto en arte sino como divulgador. Además, la exposición iba más enfocada a conocer desde una perspectiva más bien emocional las distintas facetas de da Vinci.

La exposición fue todo un éxito en cuanto a visitas se refiere, todos los medios se hicieron eco de los ataques y de algunos apoyos escasos como el de la periodista Carme Chaparro.

No soy amigo del polifacético presentador, como mucho llego a ser un mero conocido y un declarado admirador. Hablé con él una mañana en la que coincidimos firmando en una caseta de la Feria del Libro de Madrid, me confesó que por aquello de que no hay mal que por bien no venga, se vio tan jodido por los ataques recibidos que decidió matricularse en psicología para manejar mejor aquellas emociones, otra carrera más que añadir a su colección de estudios universitarios inconclusos. Gálvez amen de ser un divulgador con virtudes innatas para la comunicación al cual le sobra tener uno o varios títulos firmados por el monarca colgados en la pared de casa para llevar a cabo diligentemente sus ocupaciones profesionales, es un amante de la cultura y ha trabajado denodadamente por y para ella.

En la profesión de escritor se habla mucho de intrusismo, en primer lugar deberíamos tener claro qué significa eso de ser escritor como tal. Si lo es un señor o señora que escribe, alguien que escribe y además publica o solamente se ganan el derecho a este epígrafe los que escriben, publican y además pueden comer de ello sin tener que trabajar en nada más. Luego está el dilema de la procedencia profesional del individuo antes de ser escritor, En mi caso, yo  escribo, publico y pago las facturas con mis novelas. Antes era trabajador por cuenta ajena en una empresa y aún no tengo claro si soy susceptible de ser considerado como intruso.

Hay presentadoras, roqueros y showman que publican novelas, incluso hay parejas de estos que también lo hacen. ¿Son intrusos? Yo pienso que no. En caso de serlo lo son tanto como yo, que no nací siendo escritor. En este caso particularmente valoro la calidad de lo que escriben proceda de donde proceda el autor o autora. Vamos, que no tengo miedo a que Belén Esteban le quite el pan a mi hija.

Por esta regla de tres los cameos también son una especie de intrusismo aunque algo más divertido para el gran público. Pilotos de fórmula uno, futbolistas o Representantes de los controladores Aéreos han formado parte del reparto en películas, series o similares. Sinceramente no creo que el gran futbolista Andrés Iniesta le vaya a quitar el trabajo a ningún actor con ese garbo que tiene fuera del campo.

Por el caso que nos ocupa, el de Mario Vaquerizo, no pienso rasgarme las vestiduras en calidad de historiador. Estudié la Licenciatura de Historia con muchas horas de esfuerzo extra. Saqué mis estudios universitarios adelante siendo padre de una niña pequeña, ejerciendo como trabajador a jornada partida  y con una discapacidad del 81%. ¿Ahora debería tener un cabreo monumental porque un señor cuyo logro cultural más reseñable hasta la fecha ha sido salir en un anuncio de champú? pues no, no lo pienso hacer. A ver si ahora vamos a ser más tontos que los listos que se hacen los tontos. Amazon no da puntada sin hilo, de ahí su éxito empresarial. La marca no busca un programa de historia sino la morbosidad que sin duda va a provocar en los seguidores del espacio un señor que da una imagen de profunda superficialidad, opinando de cuestiones tan serias y tan eruditas como esas. Es más, les sugiero desde la más profunda humildad y respeto que produzcan una segunda temporada bajo el título de “La Historia Según Paquirrín”.

Por tanto, dicho todo lo anterior seamos conscientes de que este espacio es un producto con unas características bien claras. Baquerizo no va a competir ni en contenido ni en audiencia con los documentales de historia de la 2 de RTVE,  tampoco hará lo propio con Canal Historia en cuanto AL Share o al EGM se refiere, pondría la mano en el fuego sin miedo a quemarme, a que Vaquerizo tendrá más audiencia que los anteriormente mencionados, aunque sea por aquello de creernos ser capaces de reírnos de alguien que en verdad nos está tomando el pelo profesionalmente hablando, eso sí.

 

Emilio Ortiz, novelista.

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