Mujercitas es, para mí, sinónimo de Navidad, por eso os quería hablar de esta novela en estas fechas. Louisa May Alcott escribió la historia de las hermanas March por encargo de su editor que, en 1868 buscaba publicar novelas orientadas a mujeres jóvenes. Rápidamente se convirtió en un éxito de la literatura estadounidense y pasó a ser saga familiar cuando publicaron:
· “Aquellas mujercitas” o “Las mujercitas se casan” en 1869
· “Hombrecitos” en 1871
· “Los muchachos de Jo” en 1886.
Actualmente puedes encontrar en librerías estos cuatro libros por separado, pero te recomiendo que busques una versión íntegra de “Mujercitas”, que englobe la primera y segunda parte, como la de la Editorial Alma, en sus clásicos ilustrados, cuya portada podéis ver en la foto principal de este artículo.
Se han hecho varias adaptaciones cinematográficas de “Mujercitas” que sin duda alguna, me darían para hacer, al menos 3 especiales de mis “Libro Vs. Película”, una por cada película que he visto (la de 1949 con June Allyson, Janet Leigh y Elizabeth Taylor, la de 1994 con Wynona Ryder, Susan Sarandon y Chiristian Bale y la de 2019 con Saoirse Ronan, Emma Watson y Timothée Chalamet), pero estos especiales vendrán otro día (si tienes alguna preferencia, házmelo saber y empezamos por ahí)
Hoy quiero hablar de la novela que lo empezó todo e invitaros a leerla. No importa si habéis crecido viendo a Jo March en la televisión dando saltos como un chico año tras año, es indiferente si creéis conocer cómo Amy y Laurie encuentran el amor en Europa o como Jo conoce a su profesor Bhaer, da lo mismo, porque todo es levemente distinto en las páginas escritas y, es aún mejor.
Si eres fan de Meg, Jo, Beth y Amy y no has leído nunca la novela, no esperes tanto tiempo como yo para hacerlo, verás cómo al terminar pensarás que ahora sí que las conoces de verdad. Y si nunca te has acercado a ellas y te apetece una lectura bonita con tono familiar, dales la oportunidad de entrar en tu vida.
Alcott escribió una saga que perdura en el imaginario colectivo, es sinónimo de hogar, hermandad, amistad, familia, del primer desamor, de la búsqueda de uno mismo, de tantas cosas a las que nos enfrentamos día a día, que resulta extraño no llegar a identificarse con alguno de sus protagonistas.
Al principio te puede chocar la idea principal de la novela que parece pensada para dar una lección de moral y buen comportamiento a las lectoras de la época, pero cuando le coges el ritmo, hasta se agradece la paz que llegan a transmitir esa madre abnegada que cuida de su familia y esas hijas obedientes que de vez en cuando se revelan pero que siempre siguen los consejos de su sabio padre o de su queridísima madre.
Alcott hace también una leve crítica social comparando a aquellos que, teniendo dinero lo gastan sólo en fruslerías, con aquellos que, teniendo poco lo comparten con quien lo necesitan.
Y yo, que creía conocer esta historia a pies juntillas, me he sorprendido gratamente al leer el viaje de Amy a Europa y cómo va caminando junto a Laurie, cómo avanza Jo más allá de querer ser escritora famosa y cómo Meg se convierte en la esposa perfecta, un calco maravilloso de su madre. Alcott explica a la perfección los convencionalismos sociales de la época y los sacrificios que podían llevarse a cabo día a día para llegar a ser un “buen peregrino”, aquí no hay ni buenos ni malos, sólo hay familia y amistad. Es muy linda su lectura. Merece la pena.
Te invito a salir de tu zona de confort literaria, a romper la barrera de “es una novela para mujeres” y empezar a leerla, creo que pasarán cosas y me encantaría que me las contaras.
Mujercitas, de Louisa May Alcott, un libro que invita a soñar y que huele a Navidad.
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