Sobre la arena tus pasos;
siendo mi ánimo tan frágil,
siendo tu mente tan ágil,
mis esperas son fracasos.
Llevo aquí varios ocasos;
duermo aquí, resido aquí,
y ni te acuerdas de mí:
aquel que te rescató.
De las olas te sacó;
la razón fue un por que sí.
No hemos quedado citados;
lo sé, ya lo sé, por eso
no vienes a por el beso:
hemos quedado enredados.
Corazones congelados;
el tuyo el mío, ningún otro;
no es la tortura del potro
desmembramiento feroz.
Es del alma el duelo atroz,
asemejándose a esotro.
Escribo a nadie, lo siento,
porque a nadie he rescatado
ni con nadie me he citado:
quiero decir que, que miento.
Doy sin mi consentimiento
un brusco giro al relato:
miré esta foto hace un rato,
me sirvió de inspiración.
Debo pasar a la acción,
no sé por qué me delato.
Que me desenamoré,
trabajo para vivir,
me he olvidado de existir,
el placer ya lo pagué.
Yo no pude y claudiqué:
me he encadenado al sistema;
el amor ya no es mi tema
y la poesía me libera.
Si una mujer me leyera…,
ay, coge una barca y rema.