Yo a los hombres aborrezco
que solo mi cuerpo quieren.
Sé que muchos me prefieren
porque yo me lo merezco.
Mas, verás, así decrezco,
me rebajo, soy un florero.
Si me dices «yo te quiero»,
y es sólo para poseerme,
mejor prefieras ni darme
tu número, sé sincero.
Yo, que adoro a las mujeres,
te entiendo a la perfección.
No tengo yo la intención
de poseerte viendo que eres
un bellezón. Si tu quieres,
podemos vernos más veces;
quedar, hablar… me pareces
de fliparte los museos,
de gustarte los paseos;
lo que desees, me enloqueces.
Tampoco ay seas aburrido,
tú tan guapo, la verdad,
y tan fuerte, la verdad,
¿no serás un reprimido?
Pues vale: te es permitido
tocarme poquito a poco,
sin ir deprisa y a lo loco;
si es en tu casa o en la mía,
ya veremos, se vería.
«Pienso en carne y me trastoco».